besame, besame, besame.

La inocencia del principio se va dejando de lado, pero aun quedan por cerrar un par de cuestiones; la duda de decir ¿estaremos preparados? y la vergüenza de comprar el primer par de condones. Después no hay texto, que mas da lo que digan, la enemiga del placer aquí se llama la regla; si ganan las ganas de follar por la fatiga, un par de besos tontos en el cuello y todo se arregla.